[EN-ESP] - Lore Expansion Grimbardun the Vault Keeper

Introduction: The First Chapter of a Splinterlands Saga

With the Community Engagement Challenge inspiring me, I’ve decided to start a series of posts—a saga, if you will—where I’ll explore & expand the lore of #Splinterlands, diving into the characters, epic stories, and moments that make this game so much more than just another fight for victory.

For the first chapter, I had to go with Grimbardun Smith. He’s not just a card in my collection; he’s a stapple in the my Splinterlands roster.

I still remember when Grimbardun came out, right after the Weapons Training buff—what a time to be playing. With Dispel no longer touching him, he became an absolute must-have. And let’s talk about his abilities at max level: Immunity, Shield, Void, and the all-important Repair. That combo turned him into a tank so tough, breaking through felt like trying to smash a mountain with a stick (Venka came after ^^).

I’m lucky enough to own a maxed-out Grimbardun, and let me tell you, he’s saved me in countless battles. Whether it’s holding off relentless attacks or just giving me the time I need to turn the tables, he’s been a cornerstone of my lineup in the best game #play2earn ever!

So, it’s only fitting that we kick off this saga with Grimbardun Smith—the unbreakable guardian of the SPS Vault. A warrior turned protector, his story is one that’s etched into the very foundations of the Splinterlands.

And this is just the start. Stick around, there’s much more to come. I leave you his stats, although I suspect you've met him in the Arena.

The Forge and the Vault: The Burden of Grimbardun Smith

The Keeper of the SPS Vault

They call him Grimbardun Smith, the last wall between chaos and order, the guy who guards the Vault of Praetoria, aka the Hall of the SPS Treasury.

Inside that vault? The heart of the Splinterlands. Everything runs on what’s kept there—guilds, summoners, the most savage champions in every tournament. They owe their victories and their power to the treasure locked behind that door.

And Grimbardun? He’s the one makin’ sure it stays locked.

No one’s ever gotten past him. And no one ever will.

The Weight of Gold and Blood

Grimbardun wasn’t always some desk jockey guarding wealth. Nah, back in the day, he was a warrior, tough as they come. Hammer in one hand, shield in the other, out there cracking skulls and breaking shields like they were twigs. He’d fought in a hundred skirmishes and walked away when most didn’t.

But you know what war does? It breaks everything. It destroys.

Now he’s protecting somethin’ that actually matters.

Every SPS token, every enchanted relic, every reward for the strongest fighters in the Arena—it all flows through the vault. Champions kill for it, die for it, and Grimbardun makes sure they only get what they’ve earned.

And this ain’t just about the vault. No, this is family business.

See, Grimbardun’s ancestors built this place. Dwarves of legend. They forged the walls in dragonfire and sealed the doors with ancient runes. Their names—Smiths of Grimbardun—are carved right into the stone, gilded in gold, a reminder that they stood against time, greed, and every fool bold enough to test ‘em.

Now it’s his turn to carry the weight, and let me tell you—it’s heavy. But he won’t let it crush him.

A New Threat Looms

Gold and SPS? That was simple enough to guard.

Then came the shipment.

It showed up last moon, sealed with the mark of the Grand Archmage of Azdurj, straight from the Tower’s forbidden labs.

Potions.

Not just any potions. These are the kind of brews that change wars. One sip can turn a lowly summoner into a warlord, or a half-dead gladiator into a freakin’ monster. These are the kinda potions that rewrite battles, the sorta magic that makes guilds rise—and rivals fall.

And now they’re locked up in Grimbardun’s vault.

He should feel proud, right? Honored. Instead? His instincts are screamin’.

For the first time in decades, he feels watched.

Something—or someone—wants what’s inside that vault.

He doesn’t know who. He doesn’t know when.

But he knows one thing.

They’re gonna regret it.

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To be continued…

(Who’s bold—or stupid—enough to take on Grimbardun? You’ll find out soon… and so will he.)

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Introduction: El primer capítulo de una saga Splinterlands

Con el Community Engagement Challenge como inspiración, he decidido comenzar una serie de publicaciones—una saga, si se quiere—donde exploraré y expandiré el lore de #Splinterlands, profundizando en los personajes, historias épicas y momentos que hacen que este juego sea mucho más que una simple batalla por la victoria.

Para el primer capítulo, tenía que empezar con Grimbardun Smith. No es solo una carta en mi colección; es una pieza clave en mi equipo de Splinterlands.

Todavía recuerdo cuando salió Grimbardun, justo después del buff de Weapons Training—qué época para estar jugando. Con Dispel sin poder afectarlo más, se volvió un imprescindible absoluto. Y ni hablemos de sus habilidades al máximo nivel: Inmunidad, Escudo, Vacío y la crucial Reparación. Esa combinación lo convirtió en un tanque tan resistente que atravesarlo se sentía como tratar de romper una montaña con un palo (Venka llegó después ^^).

Tengo la suerte de tener un Grimbardun al máximo nivel, y déjame decirte, me ha salvado en incontables batallas. Ya sea resistiendo ataques implacables o dándome el tiempo que necesito para cambiar el rumbo, ha sido una pieza clave en mi alineación en el mejor juego #play2earn de todos.

Así que es totalmente apropiado que empecemos esta saga con Grimbardun Smith, el guardián inquebrantable del Cofre SPS. Un guerrero convertido en protector, su historia está grabada en los mismos cimientos de Splinterlands.

Y esto es solo el comienzo. Quédate por aquí, aún hay mucho más por venir. Te dejo sus estadísticas, aunque sospecho que ya te lo has cruzado en la Arena.

La Forja y la Bóveda: La Carga de Grimbardun Smith

El Guardián de la Bóveda de SPS

Lo llaman Grimbardun Smith, la última barrera entre el caos y el orden, el guerrero que protege la Bóveda de Praetoria, también conocida como el Salón del Tesoro de SPS.

Dentro de esa bóveda? El corazón de Splinterlands. Todo funciona gracias a lo que se guarda ahí—gremios, invocadores, los campeones más feroces de cada torneo. Le deben sus victorias y su poder al tesoro encerrado detrás de esa puerta.

¿Y Grimbardun? Él es el que se asegura de que permanezca cerrada.

Nadie jamás ha logrado pasar. Y nadie lo hará.

El Peso del Oro y la Sangre

Grimbardun no siempre fue un simple guardián de riquezas. Nah, en su día fue un guerrero, de los duros de verdad. Martillo en una mano, escudo en la otra, partiendo cráneos y rompiendo escudos como si fueran ramas secas. Peleó en cientos de batallas y salió con vida cuando otros no lo lograban.

Pero ¿sabes qué hace la guerra? Lo destruye todo.

Ahora protege algo que realmente importa.

Cada token de SPS, cada reliquia encantada, cada recompensa para los combatientes más fuertes de la Arena—todo pasa por la bóveda. Los campeones matan por ello, mueren por ello, y Grimbardun se asegura de que solo reciban lo que se han ganado.

Pero esto no es solo sobre la bóveda. No, esto es asunto de familia.

Los ancestros de Grimbardun construyeron este lugar. Enanos de leyenda. Forjaron los muros con fuego de dragón y sellaron las puertas con runas ancestrales. Sus nombres—los Smith de Grimbardun—están grabados en la piedra, bañados en oro, un recordatorio de que se enfrentaron al tiempo, la codicia y a cualquier necio lo suficientemente audaz como para ponerlos a prueba.

Ahora es su turno de llevar esa carga, y te digo algo—pesa. Pero no lo va a aplastar.

Una Nueva Amenaza Se Avecina

¿Oro y SPS? Eso era fácil de proteger.

Luego llegó el envío.

Apareció la última luna, sellado con el emblema del Gran Archimago de Azdurj, directamente desde los laboratorios prohibidos de la Torre.

Pociones.

Pero no cualquier poción. Estas son las mezclas que cambian guerras. Un solo sorbo puede convertir a un simple invocador en un señor de la guerra, o a un gladiador medio muerto en un maldito monstruo. Son el tipo de pociones que reescriben batallas, la clase de magia que hace que los gremios asciendan—y que sus rivales caigan.

Y ahora están encerradas en la bóveda de Grimbardun.

Debería sentirse orgulloso, ¿no? Honrado. Pero en vez de eso, su instinto está gritando.

Por primera vez en décadas, se siente vigilado.

Algo—o alguien—quiere lo que hay dentro de esa bóveda.

No sabe quién. No sabe cuándo.

Pero sabe una cosa.

Lo van a lamentar.

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Continuará…

(¿Quién es lo bastante audaz—o estúpido—para enfrentarse a Grimbardun? Lo sabrás pronto… y él también.)

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